Artista: Agustín Nicolás Rivero
Curaduría y textos: Érika Martínez Cuervo

Un proyecto en colaboración con: 
EXCLAMA Proyectos - Director Juan Pablo Valencia

Fecha: 23 de septiembre a 1 noviembre
Lugar:  Museo Casa Lleras - cll 70a  # 7 - 35

Una conmoción silente es un proyecto expositivo de Agustín Nicolás Rivero, director creativo de A NEW CROSS en el que se presentan obras inéditas en distintos formatos donde la idea de “condensar el tiempo" es una obsesión. Cuestionado por un presente que produce sensación de extrañeza, Rivero crea una ficción - tan sutil como desgarradora - donde indicios de lo catastrófico develan belleza.

Hay un pensamiento fundamental en su cuerpo de creación: el hacer con la materia como una entrega al tiempo mismo y su imposibilidad de comprensión: dibujar, afieltrar, coser, moldear, tejer, es rendirse ante el tiempo, penetrar en él. Esa introspección, le posibilita constituir obras que suscitan contradicciones materiales y fuerzas expresivas que enuncian la confusa transformación que atravesamos como humanidad y esa idea abstracta de que estamos parados al borde de un abismo padeciendo el vértigo de la incertidumbre.

Rivero, además, se devuelve con su imaginación e a ese lugar (¿abstracto?)  anterior al “origen” (¿la nada?), y lo evoca como una búsqueda, intuye sus formas complejas y presiente un grito ensordecido. Sus obras contienen un estallido imposible. 

Cuestionado por un presente que produce sensación de extrañeza, Agustín Nicolás Rivero crea una ficción material - tan sutil como desgarradora - donde indicios visuales de lo catastrófico alcanzan formas de la belleza.

Hay un pensamiento fundamental en su trayectoria de creación y es la convicción de que “el hacer” con la materia es una entrega al tiempo mismo: dibujar, afieltrar, coser, moldear, tejer, anudar, tallar, es rendirse ante el tiempo y a su vez, penetrarlo.

Esa introspección, le posibilita concretar obras que suscitan contradicciones materiales y fuerzas expresivas que enuncian la confusa transformación que atravesamos como humanidad y esa idea abstracta de que estamos parados al borde de un abismo padeciendo el vértigo de la incertidumbre. Rivero, además, se devuelve con su imaginación e a ese lugar (¿abstracto?) anterior al “origen” (¿la nada?), y lo evoca como una búsqueda, intuye sus formas complejas y presiente un grito ensordecido.

Sus obras contienen la violencia silenciosa de la impotencia: son cuerpos en conmoción.

El artista revela su experiencia íntima con el acto de tejer-destejer / hacer-deshacer y la insistencia por el retorno a la lentitud y a la búsqueda de sentido. Emerge con obsesión una pregunta por el tiempo como materialidad y la tentativa de contenerlo en instalaciones donde tienen presencia volúmenes textiles densificados, el carácter etéreo del hilo que flota en el espacio o la madera derruida que anuncia la ruina.

[Cómo es de bello ese maldito deseo de los artistas de “hacer con el tiempo”, de sentir con devoción que su complejidad contiene posibilidades estéticas infinitas, justamente porque los artistas desligan el tiempo de esa soberbia linealidad que se le ha impuesto]

Érika Martínez Cuervo
Curadora e investigadora independiente